Poesía: Tiza y pizarrón
AL COMPAÑERO CARLOS FUENTEALBA
Fuente de palabras que despiertan el
alba del futuro que resiste.
Sueños que abren caminos
y reproducen sus moléculas de vida.
Ahogada por las hordas asesinas
del tirano demente hasta
los tuétanos del sistema vil
y sus funcionarios corruptos,
que riegan con la sangre transparente de
los luchadores,
las raíces del Capital de la muerte.
Apacible caminar en la frontera
entre el sol y los marginados.
Tu sonrisa serena se rumorea entre
las fórmulas químicas
y la brisa de las movilizaciones.
Aunque quisieron cercenar
tu pensamiento fusilado,
no detendrán tu corazón de titán
que se multiplica como tu imagen,
que se agita como tu nombre,
en millones de latidos
de las marchas combativas:
Compañero Carlos Fuentealba ¡Presente
ahora y siempre!,
recitan las multitudes que no te abandonan.
Porque enarbolan tu antorcha redentora,
entre balas, gases y bastiones,
que no detendrán tu paso de clase trabajadora,
y junto a los desterrados del presente,
abrirán las escuelas del mañana,
aquellas que germinarán de tu mirada
y las de los compañeros caídos,
presentes, ahora y siempre.
Rafael González
“NO MATARÁS” Nota Publicada en Página 12 el 7 de Abril de 2007 por Sandra Russo
El crimen de Carlos Fuentealba no podría haber sido más elocuente: el balazo en la nuca resume con su estruendo el desprecio por la vida que sudan las políticas de Estado represivas con las protestas sociales. Lo de Neuquén fue, antes que nada, un ejemplo de lo que puede suceder (y no tarda en suceder) cuando un Estado, en este caso provincial, decide usar las fuerzas policiales para reprimir una demanda social. Después viene el contexto, la historia del conflicto docente, las internas en la Ctera, el historial de Sobisch, que se vende en la Capital como promotor de una derecha eficiente, un adjetivo que se pega al sustantivo casi por inercia: ¿para qué son eficientes las derechas? ¿Qué tipo de eficiencia están prometiendo? ¿Cuál es el precio de esa eficiencia? ¿Cuál es el límite? ¿Al servicio de quiénes se pone la eficiencia? Se contestará: del orden. Ya sabemos lo sensible que es la gente como Juan Carlos Blumberg o Mauricio Macri cuando el orden se altera. Es como si se les hubiese filtrado una piedra en el zapato. El orden alterado los irrita, y es más, hasta se sienten llamados a “interpretar” a una parte de la sociedad que “quiere vivir mejor”.
“Así no se puede seguir”, han dicho todos ellos una y otra vez cuando el orden estaba interrumpido por alguna cuestión que implicaba los derechos vulnerados de un sector. Estudiantes, ambientalistas, militantes, piqueteros, trabajadores, cartoneros, gremios movilizados, todo aquello que el radar de la derecha sintoniza como “perturbación del orden” parece merecer “decisión política”, “coraje” o “valentía”. La valentía o el coraje, se sabe, de tomar
medidas impopulares. A eso debe dirigirse la “decisión política”: a operar en el sentido inverso a lo que la derecha llama “populismo”. Para la derecha,
cuyos interlocutores son pocos y poderosos, pero están amplificados por los discursos que la misma derecha propala en forma del sentido común del taxista argentino, hay que “atreverse” a reprimir.
Sobisch se atrevió. Y un maestro fue acribillado de un balazo en la nuca. Ese maestro que hoy sabemos que se llamaba Carlos Fuentealba hasta su muerte no era nadie para la derecha. Era un maestro, nadie. Podría haber sido un estudiante, nadie. O un piquetero, nadie. Los hombres y las mujeres reales, de carne y hueso, con nombre y apellido, que integran las protestas sociales para la derecha no son personas cuyas vidas el Estado debe preservar. En tanto luchadores sociales, actores sociales ejerciendo su derecho al reclamo, esos miles y miles de argentinos para la derecha no son nadie: son, en todo caso, parte de la masa crítica que hay que repeler. Resuena la voz del patrón de estancia: a estos morochitos va a haber que hacerlos escarmentar. Acá no me vengan con cortes de ruta ni puentes. Háganlos cagar. Para la derecha, los hombres y las mujeres en tanto ciudadanos y actuando colectivamente no son exactamente hombres y mujeres, sino más bien una fuerza que hay que derrotar.
Después ellos hacen marchas pidiendo seguridad, y se declaran a favor de la vida en varios órdenes confusos: se sabe que el feto en el vientre de la mujer es sagrado, que está bendecido por el toque mágico de la vida. Pero la derecha saca la foto de ese feto. Respeta más al feto que al niño. Abandona al niño ya nacido a su propia y errática suerte, hambreándolo y robándole
la frente alta de sus padres.
Es que la derecha defiende la vida de “los particulares”. Como si fuera una compañía de seguros, defiende la vida y la propiedad privada de “los particulares”.
Algo particular en tanto privado. En tanto no público. Algo particular en tanto racionado como un bien escaso para algunos. “Los particulares”, esos artificios de la burocracia capitalista, son los verdaderos acreedores del derecho a la vida.
Los otros, los que marchan juntos en la manada, los que obstaculizan medidas o ajustes, los que piden por su parte no son particulares. Quedan abolidos de ese rango porque violan la principal premisa del “particular”: accionan políticamente. Para la derecha, la política es un privilegio de los políticos.
Carlos Fuentealba estaba haciendo política gremial. Era dueño de una historia personal admirable. Alguien que había cumplido un sueño contra la adversidad. No era una adversidad personal ni familiar la de Carlos Fuentealba.
Era una adversidad social. La pobreza es una adversidad social. Trabajar toda una vida como administrativo de la Uocra para estudiar mientas tanto y recibirse de maestro a los 38 años es un ejemplo de dignidad ante el que caen las palabras.
Pero hasta que su nuca fue el blanco de un disparo policial, Carlos Fuentealba no era para el Estado provincial ni un ciudadano ni un maestro ni un padre, era nadie. Sólo ante la visión de muchos nadies entorpeciendo el tránsito alguien puede dar la orden de reprimir: las vidas de los que protestan son vidas sacrificables.
Sería interesante que la derecha dejara de ser intelectualmente tan pobre, y enunciara claramente su noción del derecho a la vida más allá del derecho de los “particulares”. No es un tema menor, en un país tan proclive a la sangre.
"Pegarle a un maestro"
Por Mex Urtizberea Para LA NACION
Link permanente: http://www.lanacion.com.ar/897593
Lo sabe un chico de cuatro años, de salita celeste, que ni siquiera sabe hablar correctamente. Lo sabe un chico de seis años, que ni siquiera sabe escribir. Lo sabe un chico de doce años, que desconoce todas las materias que le deparará el secundario. Lo sabe un adolescente de diecisiete años, aunque sea la edad de las confusiones, la edad en la que nada se sabe con certeza. Lo saben sus padres. Lo saben sus abuelos. Lo sabe el tutor o encargado. Lo saben los que no tienen estudios completos. Lo sabe el repetidor. Lo sabe el de mala conducta. Lo sabe el que falta siempre. Lo sabe el rateado. Lo sabe el bochado. Lo sabe hasta un analfabeto. No se le pega a un maestro. No se le puede pegar a un maestro. A los maestros no se les pega. Lo sabe un chico de cuatro años, de seis, de doce, de diecisiete, lo saben los repetidores, los de mala conducta, los analfabetos, los bochados, sus padres, sus abuelos, cualquiera lo sabe, pero no lo saben algunos gobernadores. Son unos burros. No saben lo más primario. Lo que saben es matar a un maestro. Lo que saben es tirarles granadas de gas lacrimógeno. Lo que saben es golpearlos con un palo. Lo que saben es dispararles balas de goma. A los maestros. A maestros. Lo que no saben es que se puede discutir con un maestro. Lo que no saben es que se puede estar en desacuerdo con lo que el maestro dice o hace. Lo que no saben es que un maestro puede tener razón o no tenerla. Pero no se le puede pegar a un maestro. No se le pega a un maestro. A los maestros no se les pega. Y no lo saben porque son unos burros. Y si no lo saben que lo aprendan. Y si les cuesta aprenderlo que lo aprendan igual. Y si no lo quieren aprender por las buenas, que lo aprendan por las malas. Que se vuelvan a sus casas y escriban mil veces en sus cuadernos lo que todo el mundo sabe menos ellos, que lo repitan como loros hasta que se les grabe, se les fije en la cabeza, lo reciten de memoria y no se lo olviden por el resto de su vida; ellos y los que los sucedan, ellos y los demás gobernadores, los de ahora, los del año próximo y los sucesores de los sucesores, que aprendan lo que saben los chicos de cuatro años, de seis, de doce, los adolescentes de diecisiete, los rateados, los bochados, los analfabetos, los repetidores, los padres, los abuelos, los tutores o encargados, con o sin estudios completos: Que no se le pega a un maestro. No se le puede pegar a un maestro. No debo pegarle a un maestro. A los maestros no se les pega. Sepan, conozcan, interpreten, subrayen, comprendan, resalten, razonen, interioricen, incorporen, adquieran, retengan este concepto, aunque les cueste porque siempre están distraídos, presten atención y métanselo en la cabeza: los maestros son sagrados.
PARA QUE VAYAN PRESOS LOS RESPONSABLES Y POR TODAS LAS REIVINDICACIONES PENDIENTES
Patricia Jure
Carlos Fuentealba fue asesinado en una represión ordenada por Sobisch. Fue para quebrar la huelga que los docentes de Neuquén llevábamos adelante, además la de los compañeros de Santa Cruz, en medio de un feroz aislamiento promovido por la burocracia de CTERA. La coartada que utilizó esta burocracia para no unir a los docentes en una lucha nacional fue la firma del pacto salarial de 1.040 pesos entre Yasky y Filmus.
Desatada la rebelión popular que exigía la renuncia del fusilador Sobisch, todos los partidos patronales sin excepción salieron a sostenerlo. Hoy dicen estar "comprometidos" con el reclamo de justicia, como si ésta fuera posible sin que antes el pueblo haya derrotado políticamente al régimen responsable de su inexistencia.
Para Guagliardo y Grisón (dirigentes de ATEN), Sapag ha dado "señales distintivas con relación a la repudiable gestión de su antecesor", pero no se preguntan cómo es esto posible cuando en su momento corrió a salvar a Sobisch que estaba entre las cuerdas. Sapag mantiene a varios hombres de Sobisch ocupando despachos oficiales y promueve a policías que actuaron en la represión de Arroyito. A la vez, activistas de ATEN reciben amenazas, atentan contra sus casas y en el mejor de los casos les han iniciado causas por participar de pintadas o escraches. Sobisch debería estar preso y ni siquiera fue llamado a declarar.
Sapag y sus funcionarios podrán despilfarrar demagogia frente a la viuda de Fuentealba y los trabajadores de la educación, pero está clarísimo que están ocupados en bloquear los movimientos reivindicativos, imponer los techos salariales que ordenó Kristina y destinar los fondos a los nuevos negociados capitalistas a costa del "sacrificio" de los trabajadores. Y por las dudas se han cuidado de preservar el decreto antihuelgas de Sobisch.El ataque criminal - apañado por el fiscal y la policía- que se cobró la vida de Lázaro Duarte, del MST, es una manifestación de la impunidad vigente con la que actúan las bandas del MPN contra los luchadores populares.
A un año del fusilamiento de Carlos Fuentealba, la Directiva Provincial de ATEN lanzó una campaña para desligar las banderas salariales del reclamo de juicio y castigo, y para desligar a Sapag de su responsabilidad con la impunidad y con los techos salariales y las restantes reivindicaciones. Pero este paro del 4 de abril debe dar expresión también a una tendencia contenida en las asambleas a no resignar las reivindicaciones salariales frente a la explosiva combinación de precios disparados y salarios congelados.
Dice un comunicado de ATEN: "...sabemos que hay sectores internos de nuestras organizaciones que pretenden incorporar al reclamo del 4 de abril otras cuestiones, que no detallamos en honor a la brevedad (¡los salarios!). Cualquiera que pretenda con ello subirse a una amplia y multitudinaria convocatoria que no construyó, está haciendo una utilización mesquina (sic, s en lugar de z) de un tema tan profundo y trágico a la vez y no hace otra cosa que atentar contra la unidad que necesariamente tenemos que construir para derrotar la impunidad".
Este párrafo encierra toda una estrategia, pocas veces expresada con tanta perfidia: invocar el reclamo de justicia por el asesinato de nuestro compañero para dar la espalda a una lucha que se está librando aquí y ahora, la misma por la cual Carlos Fuentealba fue ejecutado. Habíamos aprendido que la sangre derramada no debe ser negociada, y se nos aparece una dirección sindical que pretende que nuestro mártir le sirva de cobertura para cerrar una negociación contraria a nuestros intereses. Ni política, ni sindical, ni éticamente podemos transar con esta posición. Es simplemente una canallada querer acallar el reclamo por nuestros salarios en nombre de la unidad y hacer subir a la tribuna que debe conmemorarlo a los personeros del régimen responsable del asesinato.
Guagliardo o Maldonado no pueden ocultar que Carlos fue fusilado en el marco de una huelga luchando contra una política abiertamente colaboracionista con el gobierno. Lo fusiló un milico al mando de un gobierno que buscaba quebrar una huelga por salario.
La directiva provincial de ATEN actúa por cuenta y orden de la conducción de CTERA, o sea del gobierno kirchnerista al cual Sapag está tratando de arrimarse. En lugar de subir a la tribuna a los sapagistas kirchneristas, se debe invitar a los que lucharon con nosotros y apoyaron nuestra lucha: a los docentes de Santa Cruz y de Salta, a la textil Pagoda, Metrovías, Casino Flotante, Parmalat, Hospital Francés, Fuba, etcétera.
Podremos llenar con su rostro todas las paredes, podremos ponerle su nombre a todas las calles, a todas las aulas y bibliotecas, pero para homenajear a Carlos Fuentealba, para poner contra la pared a sus asesinos materiales e ideológicos, para arrancar el juicio y el castigo a los culpables, el camino es defender las reivindicaciones por las que él y todos nosotros nos jugamos la vida.
AL COMPAÑERO CARLOS FUENTEALBA
Fuente de palabras que despiertan el
alba del futuro que resiste.
Sueños que abren caminos
y reproducen sus moléculas de vida.
Ahogada por las hordas asesinas
del tirano demente hasta
los tuétanos del sistema vil
y sus funcionarios corruptos,
que riegan con la sangre transparente de
los luchadores,
las raíces del Capital de la muerte.
Apacible caminar en la frontera
entre el sol y los marginados.
Tu sonrisa serena se rumorea entre
las fórmulas químicas
y la brisa de las movilizaciones.
Aunque quisieron cercenar
tu pensamiento fusilado,
no detendrán tu corazón de titán
que se multiplica como tu imagen,
que se agita como tu nombre,
en millones de latidos
de las marchas combativas:
Compañero Carlos Fuentealba ¡Presente
ahora y siempre!,
recitan las multitudes que no te abandonan.
Porque enarbolan tu antorcha redentora,
entre balas, gases y bastiones,
que no detendrán tu paso de clase trabajadora,
y junto a los desterrados del presente,
abrirán las escuelas del mañana,
aquellas que germinarán de tu mirada
y las de los compañeros caídos,
presentes, ahora y siempre.
Rafael González
“NO MATARÁS” Nota Publicada en Página 12 el 7 de Abril de 2007 por Sandra Russo
El crimen de Carlos Fuentealba no podría haber sido más elocuente: el balazo en la nuca resume con su estruendo el desprecio por la vida que sudan las políticas de Estado represivas con las protestas sociales. Lo de Neuquén fue, antes que nada, un ejemplo de lo que puede suceder (y no tarda en suceder) cuando un Estado, en este caso provincial, decide usar las fuerzas policiales para reprimir una demanda social. Después viene el contexto, la historia del conflicto docente, las internas en la Ctera, el historial de Sobisch, que se vende en la Capital como promotor de una derecha eficiente, un adjetivo que se pega al sustantivo casi por inercia: ¿para qué son eficientes las derechas? ¿Qué tipo de eficiencia están prometiendo? ¿Cuál es el precio de esa eficiencia? ¿Cuál es el límite? ¿Al servicio de quiénes se pone la eficiencia? Se contestará: del orden. Ya sabemos lo sensible que es la gente como Juan Carlos Blumberg o Mauricio Macri cuando el orden se altera. Es como si se les hubiese filtrado una piedra en el zapato. El orden alterado los irrita, y es más, hasta se sienten llamados a “interpretar” a una parte de la sociedad que “quiere vivir mejor”.
“Así no se puede seguir”, han dicho todos ellos una y otra vez cuando el orden estaba interrumpido por alguna cuestión que implicaba los derechos vulnerados de un sector. Estudiantes, ambientalistas, militantes, piqueteros, trabajadores, cartoneros, gremios movilizados, todo aquello que el radar de la derecha sintoniza como “perturbación del orden” parece merecer “decisión política”, “coraje” o “valentía”. La valentía o el coraje, se sabe, de tomar
medidas impopulares. A eso debe dirigirse la “decisión política”: a operar en el sentido inverso a lo que la derecha llama “populismo”. Para la derecha,
cuyos interlocutores son pocos y poderosos, pero están amplificados por los discursos que la misma derecha propala en forma del sentido común del taxista argentino, hay que “atreverse” a reprimir.
Sobisch se atrevió. Y un maestro fue acribillado de un balazo en la nuca. Ese maestro que hoy sabemos que se llamaba Carlos Fuentealba hasta su muerte no era nadie para la derecha. Era un maestro, nadie. Podría haber sido un estudiante, nadie. O un piquetero, nadie. Los hombres y las mujeres reales, de carne y hueso, con nombre y apellido, que integran las protestas sociales para la derecha no son personas cuyas vidas el Estado debe preservar. En tanto luchadores sociales, actores sociales ejerciendo su derecho al reclamo, esos miles y miles de argentinos para la derecha no son nadie: son, en todo caso, parte de la masa crítica que hay que repeler. Resuena la voz del patrón de estancia: a estos morochitos va a haber que hacerlos escarmentar. Acá no me vengan con cortes de ruta ni puentes. Háganlos cagar. Para la derecha, los hombres y las mujeres en tanto ciudadanos y actuando colectivamente no son exactamente hombres y mujeres, sino más bien una fuerza que hay que derrotar.
Después ellos hacen marchas pidiendo seguridad, y se declaran a favor de la vida en varios órdenes confusos: se sabe que el feto en el vientre de la mujer es sagrado, que está bendecido por el toque mágico de la vida. Pero la derecha saca la foto de ese feto. Respeta más al feto que al niño. Abandona al niño ya nacido a su propia y errática suerte, hambreándolo y robándole
la frente alta de sus padres.
Es que la derecha defiende la vida de “los particulares”. Como si fuera una compañía de seguros, defiende la vida y la propiedad privada de “los particulares”.
Algo particular en tanto privado. En tanto no público. Algo particular en tanto racionado como un bien escaso para algunos. “Los particulares”, esos artificios de la burocracia capitalista, son los verdaderos acreedores del derecho a la vida.
Los otros, los que marchan juntos en la manada, los que obstaculizan medidas o ajustes, los que piden por su parte no son particulares. Quedan abolidos de ese rango porque violan la principal premisa del “particular”: accionan políticamente. Para la derecha, la política es un privilegio de los políticos.
Carlos Fuentealba estaba haciendo política gremial. Era dueño de una historia personal admirable. Alguien que había cumplido un sueño contra la adversidad. No era una adversidad personal ni familiar la de Carlos Fuentealba.
Era una adversidad social. La pobreza es una adversidad social. Trabajar toda una vida como administrativo de la Uocra para estudiar mientas tanto y recibirse de maestro a los 38 años es un ejemplo de dignidad ante el que caen las palabras.
Pero hasta que su nuca fue el blanco de un disparo policial, Carlos Fuentealba no era para el Estado provincial ni un ciudadano ni un maestro ni un padre, era nadie. Sólo ante la visión de muchos nadies entorpeciendo el tránsito alguien puede dar la orden de reprimir: las vidas de los que protestan son vidas sacrificables.
Sería interesante que la derecha dejara de ser intelectualmente tan pobre, y enunciara claramente su noción del derecho a la vida más allá del derecho de los “particulares”. No es un tema menor, en un país tan proclive a la sangre.
"Pegarle a un maestro"
Por Mex Urtizberea Para LA NACION
Link permanente: http://www.lanacion.com.ar/897593
Lo sabe un chico de cuatro años, de salita celeste, que ni siquiera sabe hablar correctamente. Lo sabe un chico de seis años, que ni siquiera sabe escribir. Lo sabe un chico de doce años, que desconoce todas las materias que le deparará el secundario. Lo sabe un adolescente de diecisiete años, aunque sea la edad de las confusiones, la edad en la que nada se sabe con certeza. Lo saben sus padres. Lo saben sus abuelos. Lo sabe el tutor o encargado. Lo saben los que no tienen estudios completos. Lo sabe el repetidor. Lo sabe el de mala conducta. Lo sabe el que falta siempre. Lo sabe el rateado. Lo sabe el bochado. Lo sabe hasta un analfabeto. No se le pega a un maestro. No se le puede pegar a un maestro. A los maestros no se les pega. Lo sabe un chico de cuatro años, de seis, de doce, de diecisiete, lo saben los repetidores, los de mala conducta, los analfabetos, los bochados, sus padres, sus abuelos, cualquiera lo sabe, pero no lo saben algunos gobernadores. Son unos burros. No saben lo más primario. Lo que saben es matar a un maestro. Lo que saben es tirarles granadas de gas lacrimógeno. Lo que saben es golpearlos con un palo. Lo que saben es dispararles balas de goma. A los maestros. A maestros. Lo que no saben es que se puede discutir con un maestro. Lo que no saben es que se puede estar en desacuerdo con lo que el maestro dice o hace. Lo que no saben es que un maestro puede tener razón o no tenerla. Pero no se le puede pegar a un maestro. No se le pega a un maestro. A los maestros no se les pega. Y no lo saben porque son unos burros. Y si no lo saben que lo aprendan. Y si les cuesta aprenderlo que lo aprendan igual. Y si no lo quieren aprender por las buenas, que lo aprendan por las malas. Que se vuelvan a sus casas y escriban mil veces en sus cuadernos lo que todo el mundo sabe menos ellos, que lo repitan como loros hasta que se les grabe, se les fije en la cabeza, lo reciten de memoria y no se lo olviden por el resto de su vida; ellos y los que los sucedan, ellos y los demás gobernadores, los de ahora, los del año próximo y los sucesores de los sucesores, que aprendan lo que saben los chicos de cuatro años, de seis, de doce, los adolescentes de diecisiete, los rateados, los bochados, los analfabetos, los repetidores, los padres, los abuelos, los tutores o encargados, con o sin estudios completos: Que no se le pega a un maestro. No se le puede pegar a un maestro. No debo pegarle a un maestro. A los maestros no se les pega. Sepan, conozcan, interpreten, subrayen, comprendan, resalten, razonen, interioricen, incorporen, adquieran, retengan este concepto, aunque les cueste porque siempre están distraídos, presten atención y métanselo en la cabeza: los maestros son sagrados.
PARA QUE VAYAN PRESOS LOS RESPONSABLES Y POR TODAS LAS REIVINDICACIONES PENDIENTES
Patricia Jure
Carlos Fuentealba fue asesinado en una represión ordenada por Sobisch. Fue para quebrar la huelga que los docentes de Neuquén llevábamos adelante, además la de los compañeros de Santa Cruz, en medio de un feroz aislamiento promovido por la burocracia de CTERA. La coartada que utilizó esta burocracia para no unir a los docentes en una lucha nacional fue la firma del pacto salarial de 1.040 pesos entre Yasky y Filmus.
Desatada la rebelión popular que exigía la renuncia del fusilador Sobisch, todos los partidos patronales sin excepción salieron a sostenerlo. Hoy dicen estar "comprometidos" con el reclamo de justicia, como si ésta fuera posible sin que antes el pueblo haya derrotado políticamente al régimen responsable de su inexistencia.
Para Guagliardo y Grisón (dirigentes de ATEN), Sapag ha dado "señales distintivas con relación a la repudiable gestión de su antecesor", pero no se preguntan cómo es esto posible cuando en su momento corrió a salvar a Sobisch que estaba entre las cuerdas. Sapag mantiene a varios hombres de Sobisch ocupando despachos oficiales y promueve a policías que actuaron en la represión de Arroyito. A la vez, activistas de ATEN reciben amenazas, atentan contra sus casas y en el mejor de los casos les han iniciado causas por participar de pintadas o escraches. Sobisch debería estar preso y ni siquiera fue llamado a declarar.
Sapag y sus funcionarios podrán despilfarrar demagogia frente a la viuda de Fuentealba y los trabajadores de la educación, pero está clarísimo que están ocupados en bloquear los movimientos reivindicativos, imponer los techos salariales que ordenó Kristina y destinar los fondos a los nuevos negociados capitalistas a costa del "sacrificio" de los trabajadores. Y por las dudas se han cuidado de preservar el decreto antihuelgas de Sobisch.El ataque criminal - apañado por el fiscal y la policía- que se cobró la vida de Lázaro Duarte, del MST, es una manifestación de la impunidad vigente con la que actúan las bandas del MPN contra los luchadores populares.
A un año del fusilamiento de Carlos Fuentealba, la Directiva Provincial de ATEN lanzó una campaña para desligar las banderas salariales del reclamo de juicio y castigo, y para desligar a Sapag de su responsabilidad con la impunidad y con los techos salariales y las restantes reivindicaciones. Pero este paro del 4 de abril debe dar expresión también a una tendencia contenida en las asambleas a no resignar las reivindicaciones salariales frente a la explosiva combinación de precios disparados y salarios congelados.
Dice un comunicado de ATEN: "...sabemos que hay sectores internos de nuestras organizaciones que pretenden incorporar al reclamo del 4 de abril otras cuestiones, que no detallamos en honor a la brevedad (¡los salarios!). Cualquiera que pretenda con ello subirse a una amplia y multitudinaria convocatoria que no construyó, está haciendo una utilización mesquina (sic, s en lugar de z) de un tema tan profundo y trágico a la vez y no hace otra cosa que atentar contra la unidad que necesariamente tenemos que construir para derrotar la impunidad".
Este párrafo encierra toda una estrategia, pocas veces expresada con tanta perfidia: invocar el reclamo de justicia por el asesinato de nuestro compañero para dar la espalda a una lucha que se está librando aquí y ahora, la misma por la cual Carlos Fuentealba fue ejecutado. Habíamos aprendido que la sangre derramada no debe ser negociada, y se nos aparece una dirección sindical que pretende que nuestro mártir le sirva de cobertura para cerrar una negociación contraria a nuestros intereses. Ni política, ni sindical, ni éticamente podemos transar con esta posición. Es simplemente una canallada querer acallar el reclamo por nuestros salarios en nombre de la unidad y hacer subir a la tribuna que debe conmemorarlo a los personeros del régimen responsable del asesinato.
Guagliardo o Maldonado no pueden ocultar que Carlos fue fusilado en el marco de una huelga luchando contra una política abiertamente colaboracionista con el gobierno. Lo fusiló un milico al mando de un gobierno que buscaba quebrar una huelga por salario.
La directiva provincial de ATEN actúa por cuenta y orden de la conducción de CTERA, o sea del gobierno kirchnerista al cual Sapag está tratando de arrimarse. En lugar de subir a la tribuna a los sapagistas kirchneristas, se debe invitar a los que lucharon con nosotros y apoyaron nuestra lucha: a los docentes de Santa Cruz y de Salta, a la textil Pagoda, Metrovías, Casino Flotante, Parmalat, Hospital Francés, Fuba, etcétera.
Podremos llenar con su rostro todas las paredes, podremos ponerle su nombre a todas las calles, a todas las aulas y bibliotecas, pero para homenajear a Carlos Fuentealba, para poner contra la pared a sus asesinos materiales e ideológicos, para arrancar el juicio y el castigo a los culpables, el camino es defender las reivindicaciones por las que él y todos nosotros nos jugamos la vida.
Algunas preguntas disparadoras para el Debate y la reflexión con los estudiantes
¿Qué significa matar un maestro?
¿Por qué la protesta social muchas veces es reprimida?
¿Qué otras muertes de manifestantes conoces? (Se puede recordar la
docena de piqueteros asesinados por pedir trabajo, las más de 30 victimas de las jornadas del 19 y 20 de diciembre o las muertes de Maxi Kosteki y Darío Santillán en el Puente Pueyrredón)
¿Cómo hacemos para manifestarnos y expresar nuestros problemas?
¿Qué dice la constitución del derecho a manifestarse y del derecho a huelga?
¿Qué actividades creen necesario hacer para mantener viva la memoria y terminar con la impunidad?
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